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Columnas Vertebrales

Espacio dedicado a narrativas, opiniones y pensamientos redactados desde la visión particular de cada autor.

La Música me dio de comer.

 

Nunca entendí las clases de música que impartían en la universidad. El profesor, recién llegado de Holanda, estaba estresado con alumnos que no entendían absolutamente nada de música. Además, yo no sabía dónde quedaba Holanda, por lo tanto, no estaba en mis planes tocar junto a la Filarmónica de Amsterdam.

 

Cómo el requisito para aprobar el examen final era tocar un instrumento y cantar a un mismo tiempo, me uní a un grupo que toda la vida habían tocado corridos mexicanos, pero que en esa oportunidad decidieron tocar "Todos Juntos" de Los Jaivas.

 

Tú tocarás el triángulo y lo harás cada vez que yo te mire - ordenó un compañero. Para cantar, sólo mueve la boca y ya. Yo quería tocar una de Silvio, pero no dije nada. Acepté sin reproches.

Comenzó a sonar el ritmo huayno con crispís de rock progresivo. Mi compañero, que para la ocasión vestía un poncho multicolor, se lucía tocando flauta dulce. El coro no tardó en llegar y a la altura de "Para qué vivir tan separados? / Si la tierra nos quiere juntar", yo quería separarme e irme.

 

Mi compañero tenía los ojos saltones y a mí me parecía que me miraba todo el rato. Nunca entré a tiempo con el triángulo, pero moví la boca cual mimo callejero imitando un discurso de campaña presidencial. Aprobamos. Todos contentos.

 

Tomamos la guitarra y aburridos de las papas de quina y de la bebida exprés de cien, decidimos ir al super y comprar pan. Entramos con la guitarra, pedimos pan, pagamos y nos fuimos a una plaza cercana.

 

Una vez en la plaza mi amigo agarró la guitarra y sacó de su interior los jamones serranos y queso finos que habían tomado prestado del supermercado.

 

Nunca pensé que la música me daría de comer - pensé, mientras masticaba mirando el vaivén de los árboles.

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La Cosecha

Para cuando llega abril, el otoño ya está más que declarado. También la cosecha de papas. Se veían, entonces, los azadones picando la tierra y la gente encorvada,  recogiendo, otros lanzándolas, y las papas apilándose en hileras continuas a los cultivos. En uno de esos días, mientras descansaba, un hombre miraba el cielo. Tiene cara de lluvia, se decía. Luego siguió con lo suyo. Tenía que irse rápido esa tarde, así que como a las cuatro aviso que se iría. Nadie le pidió explicaciones, y después de separar las papas según tamaño y llenar  los sacos, partió devuelta. Y no que le sale un chiquillo que también andaba en la papa. Oiga, hay otra bajá para llegar más rápido, le dijo, y el otro que andaba apurado, ni la pensó, y salió a la siga no más del cabrito. Cuestión que se perdieron, porque se metieron por la escorial del volcán y no encontraban la huella por ni una parte. Hasta que de repente, detrás de unos avellanos se escuchó el grito el chiquillo, qué está lleno de murta. Y el hombre que apura el tranco, y los dos que se abalanzan sobre los arbustos, a manos llenas echándose las frutas a la boca.  Al rato, ya para cuando lograron hallar la ruta, lo único importante era la murta.

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Ponte sus Zapatos.

La migración es un derecho humano por ende social, permite a las personas tener la posibilidad de movilizarse de un país a otro, solo por el simple hecho de querer hacerlo, pero ¿qué pasa cuando esta viene muchas veces  obligada debido a las condiciones de pobreza y desigualdades?  Como bien sabemos Chile ha ido cambiando, por suerte! llenándonos de una vasta diversidad cultural, rica en diferentes costumbres, idiomas y cultura que diferentes migrantes han traído humildemente a este país. Sabemos también que la gran mayoría de ellos no viene a hacer turismo ni recorrer las grandes montañas ni playas de por aquí, sino más bien a buscar  y generar una mejor vida para sus familias, ya que recuerde muchos de ellos, vienen de países que no pueden entregarles las oportunidades económicas necesarias y lo buscan aquí en su Chile. Ello los obliga a irse, para buscar una mejor vida y dejar a los suyos a la espera de que este logre poder ayudarles y así mejorar sus condiciones de vida, y no estamos hablando de que quieran hacerse ricos, poder viajar y tener lujos, No!, sino solamente que les alcance para suplir esas mismas necesidades que usted y yo tenemos, e incluso menos que eso, ellos solo piden poder tener pa` la comida, la ropa y con suerte la educación. Lamentablemente al llegar a lugares como Chile se ven enfrentados a las brechas idiomáticas, culturales y socio-políticas de este país, que lamentablemente solo ha ido logrando marginar y potenciar sus prejuicios respecto a los inmigrantes, generándose así la discriminación y xenofobia,  que los instala en frases como “estos gueones solo nos viene a quitarnos la pega”, “son todos delincuentes” “las negras son todas putas”, “no quiero que me atienda ese negro”, entre tantos otros y como no recordar el reciente asesinato realizado por el estado chileno a la mujer haitiana que sin poder comunicarse  y sin permitirle ser escuchada, le arrebataron a su hija.

Estas frases y hechos no solo nos hablan de la ignorancia que tenemos respecto a cómo funcionan las cosas en nuestro país, y tenemos un ejemplo tan cercano, como lo señalado en el reportaje del primer volumen de La Prenza, donde conocíamos las consecuencias de la Huelga del Eltit y donde sabemos que muchos fueron sacados de sus trabajos y luego de ello fueron contratados varios/as inmigrantes, así aparecieron muchos prejuicios asociados a que estos ahora estarían tomando el trabajo de los otros, pero ¿sabe usted de quien es la responsabilidad de todo esto?, Si! de las empresas, del estado! no porque no tengan que contratar extranjeros sino porque hacen que usted y yo creamos que el problema es del Haitiano, del peruano, del boliviano/a o del colombiano, por aceptar un trabajo que antes era de un chileno, además  no existe ningún estudio de peso que afirme la existencia de un sector productivo donde la mano de obra extranjera reemplace a la chilena. Y así se tapa la real problemática existente que tiene que ver por ejemplo con las condiciones laborales mínimas que una persona necesita para trabajar y eso no tiene que ver con quien se contrate tiene que ver con sus instituciones, sus empresas que no quieren hacerse cargo de las brechas económicas que generan. Y sobre todo con un estado que no ha sabido lidiar con su política pública de migración ya añeja.

Además ¿sabe usted la oportunidad que nos estamos perdiendo? la población migrante posee en promedio más años de estudio que nosotros los chilenos, Si! 12,6 años vs. 10,7 años, más aún, muchos de ellos llegan a nuestro país con títulos profesionales técnicos o universitarios como ingenieros, médicos, enfermeros, contadores, docentes, entre tantos otros y lo único que le ofrecemos como país es la imposibilidad de validar y ejercer sus profesiones u oficios.

Así que cuando vea a un inmigrante, recuerde que él o ella no está aquí por deseo propio está por necesidad y una necesidad tan humana que un mínimo de apoyo y respecto debemos darle además de la valentía que implica dejarlo todo por un trabajo y una vida más digna ¿acaso usted podría hacer algo así?.

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